jueves, 14 de diciembre de 2023

Nací en el pecado

Crecí con inseguridades
y escritos amargos

Crecí con el televisor
y quimeras rotas

Crecí oyendo cosas sin quererlas 
aprendí malas mañias;
ahora aprendo a quemarlas pues no son naturalmente mías 

Sigo viva para recibir dicha
y llorar el inforturnio de vivirla

Las ardientes cadenas pesan en la inocencia
de una curiosidad perversa 

Y si el pecado tanto pesa
yo debería hundirme en el bucle de una asquerosa existencia 

Y aquí estoy
comiendo caramelos
para olvidar la injusticia de la vida

vacio

En lo oculto de un mar negro, se escondía una esfera luminosa. Entre la acuosa consistencia me sumergi y ví levitando una esfera. La tomé con temor; y se hundió en la palma mi mano, diluyendose entre mis venas, ahora mi silueta iluminaba la profundidad, brillaba al par que los animales venenosos del mar, luminicentes e inigualables. 
Dejé de sostener el aire y permaneci como pez en el agua. De pronto un mieo penetró mis ojos y decidí extriparme la sangre que iluminaba mi cuerpo. Con mi colmillo rebane mi muñeca y el líquido comenzó a derramarse tiñendo de luz el agua salina, el placer del líquido abandonando mi cuerpo era inexplicable, el dolor inexistente. Y mientras se vaciaba mi cuerpo el líquido vital; sentía el calor arrullandome en un trance, elevando y comprimiendo mi pensamiento. La última gota abandono mi sistema, el frio enardecio y me hundi hasta el infinito en una paz de la nada.